Escuchar una canción alegre puede subir nuestro animo, si
oímos un tema deprimente nos hace sentir pesimistas o, en el caso de una
melodía suave, relajarnos y afrontar mejor el momento.
No hay duda de que la música afecta nuestro estado anímico y provoca una serie de sensaciones.
No hay duda de que la música afecta nuestro estado anímico y provoca una serie de sensaciones.
La música tiene un gran potencial para mediante determinadas frecuencias sanar y mejorar el
cuerpo humano en este proceso influyen enormemente conceptos como la armonía y la afinación.
Es
sabido que la afinación en 432 hertzios se fundamenta sobre los principios
de la propagación de ondas armónicas naturales en
estrecha relación con PHI y tiene un efecto positivo sobre nuestro cuerpo.
Recientemente un estudio de la Universidad de Florida
afirma que todo lo que hacemos, responde a la acción de diferentes zonas del
cerebro y, en el caso de la música, ésta se descompone e interpreta de forma
separada:
Ritmo: Afecta directamente a la corteza frontal izquierda, corteza parietal izquierda, cerebelo derecho.
Ritmo: Afecta directamente a la corteza frontal izquierda, corteza parietal izquierda, cerebelo derecho.
Tono: Corteza pre frontal, cerebelo, lóbulo temporal.
Letra: Área de de Wemicke, Área de Broca, Corteza motora, Corteza Visual y las zonas correspondientes a las respuestas emocionales.
La música activa múltiples zonas del cerebro teniendo sobre este un efecto positivo o negativo en función de lo anteriormente señalado, ritmo, tono y letra, lo más reseñable de este estudio es que afirma que pose una influencia activa en el desarrollo de la inteligencia.
Según este estudio la música, demostró influir no sólo en el estado actual al momento de escucharla, sino que también en el desarrollo de las personas a largo plazo. Estudios, indican que puede ser beneficioso para el tratamiento de algunas enfermedades.
Quienes escuchan música desde pequeños y de forma constante, tienen mejores habilidades de lenguaje, son más creativos y felices.
El oír música, ayuda a bajar los niveles de ansiedad, disminuir el dolor, hacer más rápida la recuperación de los enfermos, además de convertimos en personas más optimistas.
Existen varios desordenes neurológicos que, si bien no tienen cura, utilizan la música como una forma de tratamiento. Entre ellos están el Alzheimer, enfermedad de Parkinson, síndrome de Tourette y las diferentes formas de autismo.
Un estudio en Estados Unidos comprobó que quienes tenían algún tipo de educación musical, ya sea en interpretación de instrumentos o apreciación, rendían mejor en los exámenes de ingreso a la universidad.
Quienes estudiaron apreciación musical, sacaron 61 puntos más que sus pares en pruebas verbales y 42 en las matemáticas. En el caso de quienes tocaban instrumentos, la diferencia fue de 53 y 39 puntos respectivamente.
Las investigaciones del estudio se han referido al efecto de la música sobre
el cerebro infantil y coinciden en que ésta provoca una activación de la
corteza cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en
el procesamiento espaciotemporal.
Llegan hasta decir que
escuchar 30 minutos diarios no solo sirve como relajante mental, sino que tiene
otros beneficios que se extienden al resto del organismo. La clave no está
tanto en el tipo de música, sino en el volumen, el ritmo y en el hecho de que
sea la preferida del oyente.
Pero la música no sólo
interviene en el bienestar del organismo. También desarrolla la capacidad de
atención y favorece la imaginación y la capacidad creadora, estimula la
habilidad de concentración y la memoria a corto y largo plazo, y desarrolla el
sentido del orden y el análisis, facilita el aprendizaje y ejercita la
inteligencia.
Tanta es su influencia que
los expertos aseguran que, del mismo modo que escuchar aquella que a uno le
agrada aporta muchos beneficios, hacerlo con música "desagradable"
puede producir efectos contraproducentes en el humor e, incluso, provocar una
constricción de los vasos sanguíneos.
Con esto se confirma otros estudios previos
llevados a cabo por la
Universidad de Brunel, en Londres (Reino Unido), en el que se
concluía que ayuda a mejorar el humor y aumentar el rendimiento atlético hasta
un 15%.
El sistema auditivo se
desarrolla en un momento muy temprano en el feto, desde el quinto mes de
gestación, el bebé ya empieza a reaccionar a los estímulos sonoros de su madre.
El autor de estas investigaciones, Don Campbell, aconseja que al niño, desde su
etapa fetal, le estimule musicalmente su madre. De este modo, mejora su
crecimiento, se refuerzan los lazos afectivos madre e hijo. Y empieza a crecer
su desarrollo intelectual, físico y emocional.
Según un método oficial
norteamericano, el método Tomatis, la educación musical y del oído puede
iniciarse en el útero materno. Alfred Tomatis era un otorrinolaringólogo
francés que reveló a mediados del siglo pasado que el embrión codifica las
vibraciones. Este descubrimiento fue el inicio la audiopsicofonología. Según
esta teoría, es aconsejable que las embarazadas canten (aunque desafinen),
porque la voz, vía columna vertebral y filtración por parte del líquido
amniótico, llega al embrión. Éste escucha y percibe el sonido a través de un
"preoído" que se desarrolla a partir de las tres semanas de
gestación.
La música, por tanto, puede
activar la escucha ya en el embrión, fundamental para todas las etapas de la
vida, según Tomatis. Tan importante es la escucha que si no funciona el sentido
del oído se pueden producir graves problemas de aprendizaje y del habla.
La influencia de la
música desde los primeros años de vida, ayuda además a desarrollar la parte
lógica del cerebro del bebé, y posibilita más adelante al niño a buscar
soluciones a sus pequeños problemas. La música desarrolla su atención, su
imaginación y la capacidad creadora, estimula la habilidad de concentración y
la memoria.
Don Campbell explica por qué,
en su opinión, es la música de Mozart y otros compositores (432 HZ), y de su estilo, la
que mejor produce estos efectos sobre el cerebro que perduran si se sigue
escuchando durante los primeros cinco años de vida, estimulo capaz de formar
seres inteligentes pero además emocionalmente sanos.
Educar en la música desde la
niñez es importante para que los más pequeños puedan sacar provecho de todos
sus beneficios fisiológicos y psicológicos. No solo desarrollarán su
sensibilidad estética, sino también su emotividad. Lo cierto es que hay una
relación directa entre lo que uno escucha y cómo piensa o actúa. También es
importante cómo se escucha la música, es decir, un volumen más o menos alto, el
ritmo o la velocidad, las intensidades, la cantidad de tiempo.
La música, es una
construcción matemática, y favorece el desarrollo de la concentración, la
memoria y la lógica. Además fomenta el razonamiento ordenado. Tiene un gran
efecto en nuestro cerebro debido a que fortalece el desarrollo educativo,
físico, y emocional desde niños.
Influye en la formación de la
energía muscular; la energía molecular; el ritmo del latido del corazón; altera
el metabolismo; reduce le dolor; acelera los procesos postoperatorios y la
recuperación de pacientes que han atravesado una cirugía; ayuda en la descarga
de emociones; estimula la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.
Asimismo al evaluar los
efectos de la música a través de registros de electroencefalogramas, se ha
encontrado que la música origina una actividad eléctrica cerebral tipo alfa. La Universidad de McGill, en Montreal (Canadá), en una publicación en "Nature Neuroscience" ha demostrado que la música aumenta los niveles de dopamina
.
La dopamina actúa a través de
muchas funciones: influye en el comportamiento y la cognición, la actividad
motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche,
el sueño. Y, ahora, tras los resultados de la investigación canadiense, también
está relacionada con el humor y la salud.
Hay otros hallazgos pasados,
entre los que está uno realizado en la Universidad de Maryland (EE.UU.) que afirma que favorece una buena salud cardiovascular:
cuando los voluntarios de este estudio escuchaban música, sus venas y arterias
se dilataban un 26%, lo que en términos médicos se considera una respuesta muy
saludable.
Así pues, pongan música en sus vidas.
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